27. EL PARQUE INFANTIL





Esta serie de cinco fotos, tomadas en julio de 1964, muestra lo que fue la primera gran obra de mi padre al acceder a la alcaldía: “el parque infantil” situado en el gran espacio central del pueblo, parquecito que junto con el asfaltado de la carretera y el “encementado” de todos los viales de alrededor dio un enorme vuelco a la imagen de Anguciana.

Por lo visto nadie parece tener una foto lo suficientemente panorámica de ese gran espacio vacío hasta que se hizo este parquecito que lo ocupó con un doble arbolado de acacias, una sencilla valla de hierro y malla metálica doblada con un seto, unos bancos bastante incómodos de soportes de hormigón prefabricado y cuatro tablones, un par de palmeras y otros dos arbolillos ornamentales en el centro, dos farolas sobre pedestal, una fuente con dos caños de botón bajo la farola más próxima a las Callejas, unos juegos infantiles (tobogán, columpios y barras paralelas) que aún no se habían puesto cuando se hicieron estas fotos, y una pérgola curva que según mi padre, trataba de imitar a la que recientemente se había construido en Logroño junto al Instituto Sagasta. La construcción del parque y la reordenación del viario se llevó por delante la vieja fuente del pueblo que hemos visto en (9). No acierta a decirme mi padre si hubo proyecto (seguramente no habría más que un sencillo croquis hecho por él que recuerdo haber visto por casa de niño) ni quién hizo la obra, así que para mejor documentarse habría que mirarlo en los archivos municipales.

El caso es que, mientras la plaza del Ayuntamiento y la de la Iglesia mantuvieron durante seis años más la vieja imagen del pueblo, el centro viario del mismo se preparó para lo que pronto iba a ser la revolución motorizada.

En la pequeña colección de fotos que muestro arriba, la atmósfera del pueblo en pleno mes de julio no puede ser más tranquila. En pocos años, sin embargo, el espacio que media entre el parque y la carretera se convirtió en el “parking” central del pueblo y la vieja imagen de absoluta tranquilidad empezó a desaparecer.

Tengo aún una última foto en blanco y negro algo posterior (pues ya están instalados el tobogán y los columpios) en la que se percibe aquella paz, rural y veraniega, de los días sin coches.



(17ab08)