1. PRESENTACION



Hace ya quince años (agosto del 93) y a iniciativa de una Asociación Cultural que se creó en Anguciana para animar el pueblo, preparé una exposición con fotos antiguas, en su mayor parte mías o de mi familia, y con algunas otras recogidas por los miembros de la propia asociación.

Técnicamente, la exposición fue posible gracias al invento de la fotocopiadora en color, que me permitió hacer, de un modo muy económico, buenas ampliaciones a partir de pequeñas fotografías. Las fotos volvieron a sus propietarios pero, para cuando quise darme cuenta, los paneles de la exposición habían desaparecido no se sabe muy bien dónde o por la mano larga de quién.

Años después algunos amigos de la cuadrilla de Los Mismos me recordaron aquella exposición y me sugirieron la posibilidad de volver a ver aquellas fotos.

Pues bien, como los inventos siguen mejorando nuestras posibilidades de comunicación, la digitalización y los blogs me permiten iniciar ahora una segunda “exposición” con aquellas mismas fotos (al menos las que yo dispongo), y con las que me puedan aportar los lectores. Y me permiten, también, introducir datos y comentarios que no iban en aquella otra exposición.

Hace un par de años Carlos Muntión me comentó la idea de hacer una colección de libros sobre los pueblos de la Rioja y me sugirió la posibilidad de que hiciera yo uno sobre Anguciana. Me lo estuve pensando durante unas semanas y no llegue a dar con su estructura. (Además, también me dí cuenta de que realmente yo sabía muy poco de mi pueblo). La estructura, o mejor dicho la no-estructura de un blog, y la mayor libertad que proporciona para ir comentando las fotos, podrían ser la fórmula de sacar adelante aquella idea de Carlos que no llevamos a la realidad.

Como no he conseguido encontrar mejor nombre que el del propio pueblo y como no me quiero apropiar de él, cuelgo el blog en conexión con los otros dos que tengo a mi nombre (LHD y CASCOTES) para dar a entender que al fin y al cabo es un blog mío y personal con el nombre de mi pueblo y no un blog del pueblo administrado por mí. Quede eso claro.

Y quede también claro que las visitas son libres pero que sólo admitiré datos y comentarios de personas debidamente identificadas con nombre, apellidos y domicilio.

Por imperativo del sistema no es prudente colgar las fotos con más tamaño que el de 90 ppp y 16 o 24 cm de lado máximo, pero si alguien quiere que le envíe alguna en el formato en que las vaya digitalizando (300 ppp sobre su tamaño original, como mínimo), no tiene más que pedírmelas a mi correo personal y gustosamente se las enviaré.

Dicho esto y como las presentaciones mejor que no sean muy largas (y menos en internet), acabo ya ésta y comienzo el blog con la misma foto y el mismo texto que fueron portada de aquella primera exposición:

“Durante varias décadas, la palabra PUEBLO ha sido secuestrada o vaciada por los políticos de su significado más próximo y original: esa gran familia de GENTES afincada en un LUGAR concreto. Mientras ha durado el secuestro, las gentes se han dispersado y el lugar se ha transformado con la velocidad de una ciudad cualquiera. A causa de la libertad individual, el bienestar y otras promesas más o menos cumplidas de la sociedad de consumo, los hombres y mujeres de nuestra época nos sentimos más huérfanos que nunca y tratamos de recuperar la identidad de nuestro PUEBLO pretendiendo que el recuerdo no sea nostalgia sino sabiduría.
Las fotografías aquí expuestas, reunidas y seleccionadas por la ASOCIACION CULTURAL EL SOTO, son testimonio de ese LUGAR y esas GENTES que por mucho que se transformen o distancien tienen para siempre un nombre común: ANGUCIANA”


(fotografía: plaza de Anguciana en julio de 1964)

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2. LA PLAZA



Ya que la primera foto de este blog era de la plaza, vamos a seguir con ella.

Esta otra foto en blanco y negro es de unos años antes, pero no puedo precisar la fecha. Los plátanos que rodeaban el kiosko son mucho más jóvenes pero la escena es prácticamente la misma: al fondo, el edificio que contenía todas las dependencias municipales: las escuelas a la derecha (niñas abajo y niños encima), el ayuntamiento a la izquierda con su balcón principal y muchas pequeñas dependencias arracimadas (correos, almacenes, la celda), y por encima de escuelas y ayuntamiento, en el segundo piso, la vivienda del maestro.

En el centro de la escena, el kiosko, construido por el entusiasmo juvenil hacia 1933 y derribado en la reforma general de la plaza de 1970. Aunque saldrá más veces en este blog, no creo que nadie tenga foto alguna del juego de pelota que practicábamos los chavales de la escuela aprovechando sus rodapiés: "el primi a raseras". La aérea barandilla del kiosko provocó más de una grave caída, pero nadie echó nunca la culpa a la arquitectura. El que se caía era por su culpa, y punto.

Con todo, lo más hermoso y apacible de esa plaza, era sin duda alguna el círculo de bancos de hormigón que rodeaba al kiosko. La fachada del edificio del ayuntamiento y las escuelas que protegía del cierzo, estaba llena de bancos de pared, y entre los plátanos que daban su fresca sombra en verano, había seis bancos dobles de hormigón cuyo sencillo y gracioso diseño ofrecían todo tipo de posibilidades de asiento, de reposo y de juego. Cuando se quitaron de la plaza se llevaron al jardincillo de Oreca al final del puente a la izquierda, lugar del que hablaré en alguna otra ocasión pues en última instancia lo remodelé yo a finales de los ochenta. Por aquellos años, siendo arquitecto municipal en Nájera, llegué incluso a dibujar una plantilla de aquellos bancos para que me los hiciera Prefabricados Zueco en Haro, pero al final no se llegaron a realizar. He aquí un par de dibujos que hice por entonces de aquellos bancos para el Paseo San Julián de Nájera:




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3. LA PLAZA DE LA IGLESIA



La posición más adelantada del edificio municipal (el de las Escuelas y el Ayuntamiento) respecto de la que tiene en la actualidad este último, hacía que hubiera dos plazas: la de la Constitución (un azulejo así la llamaba en la esquina de Poli), y la de la Iglesia, -cuyo nombre estaba escrito en un gran cartel rotulado bajo los soportales que no sé si seguirá allí.

A nivel compositivo, el mayor problema estético de esta segunda plaza era que las escuelas ofrecían a ella su fachada lateral sin acceso, con esas cuatro ventanas bien ordenadas pero insuficientes que pueden verse en la foto de hoy. Por detrás del edificio municipal se veía también una calle o trasera bastante destartalada.

Tanto en la fotografía de la presentación de este blog como en la de hoy, puede verse el carro verde de Severino aparcado en el lateral de las escuelas. Severino, padre de Tachi y Jesús María (que se fue de maestro a Cataluña), vivía en los soportales de la plaza de la Iglesia. El carro de Severino fue uno de los primeros carros del pueblo con ruedas de goma, lo que para los chiquillos de aquellos años representaba un claro signo de modernidad. Creo que “Capita” fue el otro avanzado en la modernidad en esto de los carros de ruedas de goma, aunque el de “Capita” fue más moderno aún pues hasta ¡tenía toldo! En el callejón de detrás de las Escuelas puede verse "aparcado" un carro de los tradicionale, aunque se ve mucho mejor en esta otra foto que Calleja hizo desde el fondo de la misma, con la casa de los Tobalina y "Morcilla" en segundo plano (donde por entonces ya veraneaba la familia Campoamor de Bilbao) y la Iglesia, detrás. Una señora al fondo de la calle, la cigüeña en uno de los bolos de la torre y un perrillo con el rabo tieso dan vida a esta estupenda estampa veraniega de aquella Anguciana de los años sesenta:




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4. LAS FOTOS DE LA ESCUELA




Si el Ayuntamiento y la Iglesia eran la cabeza y la guía espiritual del pueblo, su corazón estaba sin lugar a dudas en la Escuela. Que las Escuelas estén en el centro de los pueblos es todo un símbolo, …y que se las lleven a las afueras de los pueblos o ciudades, también… Pero bueno, de eso hablaré más adelante. En esta cuarta entrega y ya que venimos dando vueltas al edificio de la Escuela, es buena ocasión para mostrar lo que había dentro. En mi colección tengo sólo dos de las tradicionales fotos de grupos: la que muestro arriba, de 1925, con el maestro don Sixto Maiso en medio, y esta otra que va aquí abajo, de hacia 1957 o así, con doña Feli de maestra. (Por cierto, al fondo y a la izquierda puede verse el cartel de “plaza de la iglesia” al que aludía en el post anterior).



No creo que sea cosa de que me entretenga en decir quién es cada cual porque seguro que cualquier vecino de Anguciana con cierta edad reconocerá a más gente que yo. Lo que es curioso es la cantidad de chicos de la primera de las fotos a los que se les reconoce por el extraordinario parecido con quienes fueron luego sus hijos. Así pues, sólo mencionaré a mis familiares: en la fila que está delante de don Sixto, dos puestos a la derecha, con flequillo, una especie de camiseta blanca y abrigo cruzado muy abierto de grandes solapas, está mi padre con nueve años. En la de las chicas, la segunda empezando por la izquierda en la fila de atrás, mucho más bajita que sus compañeras, está mi hermana Mercedes.

De entre las fotos que recogió la Asociación Cultural el Soto para la exposición de 1993, tuve la suerte de quedarme con dos fotocopias más de los grupos de la Escuela gracias a que me salieron unas copias defectuosas.

La primera de ellas debe ser del mismo año que la del grupo de niñas que hemos visto más arriba. Lo digo porque reconozco a muchos de mis compañeros. La pena que tengo es que, por lo visto, ese día o ese año, no estábamos ni mi hermano Ricardo ni yo.


Y la última es una foto muy curiosa, en la que don Sixto posó con gente muy mayor del pueblo; tan mayor que no sé si habrían podido ser antiguos alumnos. Pero si no ¿qué otro significado podría tener la foto? Sentado a la derecha de don Sixto reconozco al que fue alcalde antes que mi padre, Blas Santa Cruz.


(10mr2008)
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Addenda 31 mar 2011


La colaboración de los lectores va a ir ampliando esta entrada con nuevas fotos. Esta que pongo a continuación me la manda César Fernández y es muy curiosa porque siendo posterior a la primera que hemos visto más arriba, no está en ella don Sixto. ¿Estuvo enfermo? ¿Se ausentó del pueblo? ¿Pusieron a ese joven sustituto con gafas? Hay unas cuantas caras que me suenan pero así con seguridad solo sabría reconocer a un Ballugera (Sopas creo que le llamaban) y a Carmelo Gayangos justo en la parte central de arriba de la foto, y a Ezcurra, el Herrero en la segunda fila el tercero por la izquierda.
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PS 6abr11: Alejandro Gayangos me informa que tiene idea de que el maestro que en alguna ocasión sustituyó a don Sixto no fue otro que Pascual Peña, quien por haber pasado algún tiempo estudiando para cura, debía de estar capacitado para enseñar las primeras letras y cuentas a aquellos rapaces. Es difícil reconocer a Pascual Peña en esta imagen, pero ya que lo dice, esas gafas y esa pose sí que nos recuerdan a él. Véase si no una foto posterior de Peña en el post 89.
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5. VEINTICINCO AÑOS DE PAZ



Seguimos en la plaza, pero en esta ocasión con una fotografía muy especial, pues que yo recuerde, rara vez se juntaba el pueblo debajo del balcón del Ayuntamiento. En julio de 1964 y con motivo de las celebraciones que todos los pueblos tendrían que organizar por los Veinticinco Años de Paz, vino el Gobernador a inaugurar la pavimentación de varias calles y por lo visto debió asomarse al gran balcón municipal para echar algún discurso a los vecinos de Anguciana.

Veo a mucha gente conocida y a otros muchos que no recuerdo, y por mencionar a los más cercanos, como haré habitualmente, veo a mi hermana Mercedes con una cinta en el pelo junto a su amiga Conchita, la hija del médico, en el ángulo inferior derecho.

Y por mencionar otro detalle que me llama la atención, resulta curiosa o divertida la pose de los dos hijos del veterinario, Javi y José Luis, apoyados uno en el otro por la espalda.

Al fondo de la foto volvemos a ver el muy querido kiosko de la plaza, y a propósito del mismo quisiera comentar un detalle que podemos rastrear en varias fotos que he puesto en el blog. Mirad la foto del post n1, Presentación, o la foto del n2, La plaza, y fijaros en la barandilla rota de la escalera, justo a su derecha.

En algún sitio he leído que nuestra memoria se suele quedar agarrada más a los rotos o los descosidos de las cosas y de las historias que a los brillos de los hechos más limpios y claros. Pues bien, en la foto de hoy podemos ver de nuevo esa barandilla rota de la escalera del kiosko que recuerdo tan nítidamente como si la hubiera visto ayer. La barandilla rota de la escalera del kiosko tiene además en esta foto un protagonista de excepción: un niño está agarrado justo a su extremo haciendo equilibrios, mientras un joven sentado en el rodapié le mira con atención.

(11mr2008)

6. LA IGLESIA



Aunque hemos empezado este blog por la plaza, las escuelas y el ayuntamiento, no podíamos retrasar por más tiempo la presencia de la iglesia en el pueblo, que en todo caso ya veíamos a la derecha en la foto de la Presentación (1).

La posición de su torre al fondo de las dos plazas era (o es) como una especie de atalaya o de vigía de toda la vida del pueblo. Y el sonido de sus campanas, además de marcar el horario de la jornada o la alegría de los domingos y de las fiestas, el día menos pensado marcaba también con un fúnebre y lento toque (tin tin, tan tan, tin tin, toc toc) la muerte de algún vecino (no sé si aún se hace aquel trístisimo repique).

Originariamente la torre de la iglesia era bastante más chata que como la vemos ahora. La fotografía de arriba es de 1921. En realidad es una fotografía de una fotografía que yo hice en 1969 de un original que no recuerdo dónde lo pude ver o encontrar. Es posible que en la foto original se viera algo más de los laterales, pero no estoy seguro. En todo caso se puede ver que en la plaza de los edificios “civiles” (o sea, la plaza de la Constitución, la de las Escuelas y el Ayuntamiento) aún no había ni árboles, ni kiosko, ni bancos. No conocí al cura de antes de la guerra, un tal don Isidoro que según me contó mi padre era de la Villa de Ocón y vino a Anguciana después de haber sido párroco en Treguajantes. Y creo que tampoco he visto ninguna foto de él. Murió en el propio pueblo a finales de los cuarenta o comienzos de los cincuenta.


El nuevo cura párroco, don Gregorio Ichaso, de origen navarro (y del que sí veremos fotos más adelante), entró con ganas al pueblo pues al poco de llegar elevó la torre nada menos que dos cuerpos, creando un balconcillo balaustrado donde antes estaba la cornisa. Nunca he sido lo suficientemente curioso para saber quién fue el arquitecto que hizo semejante chirlo, pero como por esos años el arquitecto de la diócesis era Agapito del Valle, bien pudo ser él. Sobre la elevación se colocó una esbelta veleta que no duró mucho porque estando yo en la Escuela, allá por el año 1962, un ventarrón la tiró una noche, y aún recuerdo las exclamaciones de la gente al verla rota y tirada al pié de la torre: ¡qué grande era! ¡de haber caído por el día y haber pillado a alguien lo hubiera matado! etc.

En esta segunda foto se puede ver también el riachuelo o acequia que separaba las dos plazas y en el que los chiquillos nos lavábamos las manos antes de entrar en la Escuela. Aunque en la parte derecha de la foto puede verse a un niño agachado junto al río, el lugar donde nos lavábamos las manos no era ése, sino justamente en el lado izquierdo, bajo la Escuela.

La última diferencia notable entre ambas fotos, (1921 y h. 1953) es la presencia, bajo la torre, de esas dos hermosas acacias de bola que además de adornar el fondo de la plaza, han proporcionado (y aún proporcionan) una buena sombra a quienes no entran en la iglesia y esperan fuera la salida de alguna ceremonia.

(12mr2008)

7. LA FOTO CUARTA DEL POST 4



Hoy me he llevado una alegría muy grande. Le he mostrado a mi padre los seis post que había colocado en este blog y al ver la foto del grupo de gente mayor que está con don Sixto (la cuarta foto del post 4) me ha dicho: los recuerdo a casi todos. Mi padre tiene 91 años y como se puede ver, una memoria estupenda.

Me daba un poco de pereza empezar a nombrar a todos los que aparecen en las fotos y hasta un poco de reparo, porque a muchos siempre se les ha conocido por el mote en vez de por su nombre; pero ante el acontecimiento de que mi padre lo hiciera no me puedo quedar sin contarlo.

Vuelvo a poner arriba la foto en cuestión y aquí abajo la foto clareada con los números de identificación y los nombres que él me ha podido decir. Si alguien conoce a los que faltan y me los dice, o si alguien quiere corregir algún error, le quedaré muy agradecido.




1. Juan Francisco Lazcano, padre de Severino Lazcano (del que vimos su carro en (3))
2. Minguez, el padre del guarda.
3. desconocido
4. Capita padre
5. desconocido
6. desconocido
7. Benigno
8. P. Ruiz, padre de Mercedes Ruiz que se casó con Carmelo Yusta
9. Ponche
10. Maximino Lazcano
11. Víctor Salazar, “el guardilla”
12. Ramón Ibarnavarro, padre del Chatillo.
13. Bernardo Ballugera
14. Nicanor Lazcano, que vivía en la plaza justo enfrente de nuestra casa.
15. desconocido
16. Manolo García
17. desconocido
18. Eugenio Fernández, padre de la Benita, o sea, abuelo de Candelas y Crucita
19. Blas Santa Cruz
20. Sixto Maiso, el maestro, o sea, “don Sixto Maiso”, (siempre se le puso el don delante)
21. Nicolás Martínez, padre de Caín
22. desconocido

Y lo que está claro es que no podía ser una foto de antiguos alumnos. Igual era una foto de los miembros de la Cofradía de la Veracruz, pero eso es sólo una suposición mía.

(13mr2008)

8. LA VISITA DEL GOBERNADOR




Ahora los políticos no paran quietos, pero cuando el pueblo de Anguciana era pueblo, la visita de un Gobernador eran palabras mayores. Como hemos visto en (5), el 25 de julio de 1964 vino el Gobernador a Anguciana para inaugurar la pavimentación de las calles (acabadas bastante antes, como es habitual).

Lo digo porque el hormigonado coincidió con mi último año en la Escuela (1962-63) y fue toda una aventura colectiva que recuerdo perfectamente: todos los hombres se organizaron en veredas, y los primeros tractores iban con sus remolques al río a por grava, donde, por la impericia de los novatos tractoristas, más de una vez se quedaron atascados y tuvieron que ser sacados con mulas. Según supe después (de esas cosas no estaba pendiente un niño), las pavimentaciones las llevaron a cabo unos contratistas de Fuenmayor llamados Aranzubía que luego nos iríamos encontrando varias veces por la vida.

Bueno, en la foto de arriba vemos el momento en que el cura párroco don Gregorio Ichaso echa un hisopazo sobre la cinta colocada al inicio de la calle de la Iglesia. De izquierda a derecha podemos ver a Román Lahorra, un tricornio, Mariano Matesanz “el torero”, dos “camisas viejas” o sea, falangistas: el que luego fue director provincial de la Vivienda, Fernando Tejada y el Gobernador, y justo detrás, creo que es Luis Lahorra. Sigo hacia la derecha: con corbata clara y gafas, el alcalde, o sea, mi padre; y por detrás de su cabeza parecen el veterinario a la izquierda y "Capita" a la derecha; en primer plano, don Gregorio dándole hisopo y justo detrás de él, don Julián Cantera, y detrás de don Julián, asomando su gorra de plato, Luis, el alguacil; y más a la derecha, al fin, un franciscano, otro tricornio y el joven cura Bernardito (o don Bernardo, cuando fue párroco en Briones). Los monaguillos, con la Cruz procesional y sus velones, decoran magníficamente la escena.

Aquel día hubo más fotos. No es que entonces se hicieran tantas como ahora, pero la visita de un Gobernador atrajo a más de un fotógrafo, y además de Albe estuvo Calleja y alguno otro que no las firma. De aquel día tengo otras tres fotos:

En la primera puede verse al “grupo de autoridades” dirigirse por la plaza hacia la carretera a la espera del Gobernador. Vemos a Manolo Tobalina, que también sería concejal, al veterinario con gafas negras y fumando, a don Julián Cantera y Orive con la teja encima, a mi padre, y a la derecha del todo, a don Honorato, el médico.


Durante la espera en la carretera, aparece el Secretario, el cura, don Gregorio (también con teja) y en primer plano, con esa gracia de los niños que cruzan despistados y ajenos a los asuntos de los mayores, una hija del herrero.

Finalmente, entrando a la iglesia para coger fuerzas para las bendiciones de calles, tengo esta otra foto en que mi padre aparece feliz y sonriente junto al circunspecto Gobernador, con Mariano Matesanz detrás y el juez “Capita” delante, abriendo camino:



(14mr2008)

9. LA FUENTE



En Anguciana, como en muchos otros pueblos y ciudades, se establece una interesante pugna o dualidad entre las plazas creadas como antesala de los edificios públicos (ayuntamiento, iglesia, escuelas) y las plazas que surgen espontáneamente como puntos de encuentro entre distintas calles. Y así, frente al doble espacio formado por la Plaza de la Constitución (2) y la Plaza de la Iglesia (3), el gran espacio en que confluían la “Calle Arriba”, “Las Callejas”, la “Calle de la Iglesia” y la carretera de Haro al Montón de Trigo ha sido desde siempre su “otra plaza”, una plaza menos representativa pero mucho más animada en cuanto a trasiego de gentes y vehículos.

Hasta que en los comienzos de los años sesenta se pavimentara y se crearan los jardincillos que tras varias alteraciones han llegado hasta nuestros días, (creo que fue la primera gran obra de mi padre como alcalde), esta plaza era un gran paramal de tierra o de barro (según la climatología), cuyo único punto construido y arbolado era la fuente del pueblo y el banco que la rodeaba, situada en la confluencia geométrica entre la calle Arriba y la calle de la Iglesia, al sur de la carretera .

De aquella entrañable fuente sólo teníamos en mi familia la foto de arriba, en la que se ven sentadas a mis dos tías (María y Pilar) y de pié en la escalera, a Mercedes Izquierdo. El fondo de la foto es la “Calle Arriba”, en la que hay un par de carros aparcados con varios "bocois" encima.

Pero en la exposición de 1993 se recogieron por el pueblo algunas más, y tuve la suerte de hacerme con unas fotocopias de las mismas. Son estas tres que vemos aquí abajo, en las que no reconozco a las personas. El fondo es siempre la Calle de la Iglesia, y transversalmente, la carretera.






Además de estas cuatro fotos, en la mencionada exposición hubo una foto de tipo personal en la que se ve al fondo el conjunto de acacias de bola que rodeaban la fuente.



Lo curioso es que no haya ni una foto del gran espacio vacío (polvoriento o barrizal) que iba desde la calle Arriba hasta las Callejas (y su primitivo“badén” con la carretera”), con todo el frente de la “posada” y las dos casas con soportales como fondo de escena. Es una pena. En todo caso, ese frente de casas lo veremos muchas veces en las fotos de los nuevos jardincillos.

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10. EL CASTILLO



Sobre el castillo de Anguciana ya he escrito varias cosas, así que no me voy a repetir aquí. La más amena de todas creo que es el artículo para Piedra del Rayo titulado “Anguciana, capital Perú” que también está colgado en mi libro-blog “Una voz en un lugar”, por lo puede leerse en pantalla pinchando sobre el link del título. Pocos años después y para un estudio general de los Castillos de La Rioja impulsado por el arquitecto Jesús Pascual y el Colegio de Arquitectos, y editado finalmente por la Consejería de Cultura, escribí sin mucho entusiasmo otras pocas líneas sobre el mismo que pueden leerse allí. Lo mejor de esas páginas (79 a 93), sin embargo, son las fotos aéreas que muestran el penoso estado del Castillo y del Convento en la fecha de su edición (2006).

Para curarse de todo este presente y del aún menos esperanzador futuro, nada mejor que contemplar la fotografía que muestro arriba, en la que junto a la torre aún puede verse la “casa-palacio” antes de que fuera derribada para la construcción de la segunda fase del convento.

Además de estos dos protagonistas principales (la Torre y la Casa-palacio) la foto muestra otros elementos urbanos muy queridos para quienes los vivimos en la infancia. En primer término, el “cauce” en el punto en que hace su aparición en el pueblo, después de pasar por la huerta del Castillo (donde tuvo incluso un truchero), y antes de llegar a lo que fuera su molino (que veremos en otro post). A ese “cauce” iban a abrevar las mulas y las vacas del pueblo, dejando… un oloroso reguero de mierda por la carretera…, ja ja ja; aunque no todo era suciedad, porque también servía para que algunas mujeres, que lo preferían al lavadero del “venajo”, hicieran en él su colada. La piedra que se ve en el borde del cauce era un lugar de asiento muy cotizado, y las dos acacias de bola, que ha sido tristemente taladas el año pasado, han constituido uno de los adornos vegetales más bonitos del lugar durante toda mi vida.

Según he oído comentar varias veces, el hombre que aparece a la derecha de la imagen era uno de los varios hermanos de Mercedes Izquierdo que murieron jóvenes, probablemente Ramón, aunque no lo puedo asegurar.

Otros dos árboles muy singulares que adornaban el castillo por detrás, eran esos dos cedros que pueden verse en esta fotografía hecha desde el camino del Soto. A la derecha, al fondo, también se ve la torre de la iglesia antes de su recrecido, y en primer plano, vemos la gran tapia de la huerta del castillo hecha con la técnica del “tapial”.



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El periódico La Rioja editado el 12 de junio de 1895 publicaba un largo artículo de la visita a Anguciana del "Doctor L. Mosquera", que incluía una ilustración hecha por Merino Guerra (de Zaragoza) sobre fotografía de José López Mosquera (de Santo Domingo) en la que puede verse la fachada sur de la torre y de la casa palacio con una galería adosada al testero de esta última.

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La última de las fotos antiguas del castillo de que dispongo, es ésta otra tomada desde el extremo oeste del puente, en la que se llega a adivinar, al fondo de la carretera, la fachada norte de la casa palacio. También se ven las barandillas de piedra del puente (como las veremos en otras muchas posteriores), y el hecho de que la “caseta del caminero” (que estaría a la izquierda de la foto) aún no estuviera construida. Es imposible ver quienes son los que están posando en el extremo del puente y haciendo equilibrios sobre las barandillas de piedra, pero es indudable lo alegre de la escena:

11. JAIME MARIN




La fotografía que traigo hoy aquí ilustra perfectamente lo que contaba en el post de ayer (10) sobre el uso del “cauce” junto a la carretera. Esta tomada en agosto de 1963 por Jaime Marín, y en ella vemos a la izquierda a un hombre llevando a su ganado por la carretera, aún sin asfaltar, a abrevar en el cauce, mientras un poco más allá de la piedra que señalaba como un asiento muy apetecible, se ve a un grupo de mujeres haciendo la colada. En cuanto al fondo arquitectónico vemos que la antigua casa-palacio ha dado paso a la nueva capilla del convento y las alas de la segunda ampliación, y que las dos acacias de bola han sido encerradas detrás de una tapia mixta de mampostería y forja, construida sobre el borde mismo del agua. En primer plano, está mi hermana Mercedes con un hijo de Jaime Marín subido a una de las bordalesas que “Perjuicios” tenía delante de su casa. A la derecha de esa bordalesa podemos ver la variante en “medio banco” del modelo de la plaza de la Constitución que vimos en (2). Con cuatro o cinco bancos construidos a cada lado de las tapias de este tramo de la carretera se creó allí todo un auténtico salón urbano. Otro detalle reseñable es el cartel que anuncia la centralita telefónica del pueblo, que en tiempos de la foto estuvo en casa de la Celes, y que años después pasaría a la de la Santos, dos casas más allá.

Pero vayamos con el título de este post, dedicado al autor de la foto. Mucho me gustaría que gracias a este blog pudiera establecer contacto con los herederos de Jaime Marín, porque estoy seguro que atesoran una estupenda colección de fotos de Anguciana. Jaime Marín padre, que tenía una sastrería en Bilbao, fue uno de los primeros veraneantes en nuestro pueblo, hasta el punto de comprar y arreglarse una casa justamente en la plaza, entre la nuestra y la de la Amelia. Jaime Marín hijo siguió el oficio del padre, pero además, era un gran aficionado a la fotografía. Tenía una cámara de doble cuerpo, de aquellas en las que se miraba por arriba con negativos en formato 6x6, y como enamorado del pueblo que era, seguramente hizo fotos de todos sus rincones. A nosotros nos dio aquellas en las que salía alguien de nuestra familia, pero sus álbumes de Anguciana en los sesenta tienen que ser preciosos. Como muestra de ello, la foto de arriba, y esta otra en la “calleja de la Chimela”, también con mi hermana Mercedes como protagonista, cuyo tema central es el reflejo de la torre de la iglesia en ese gran charco que dejaría alguna tormenta veraniega.



(17mr2008)

12. LA CALLE ARRIBA


Otra de las joyas fotográficas que conservo de la recolecta popular de fotos para la exposición de 1993, es ésta de un grupo de niños al comienzo de la Calle Arriba, tomada hacia 1958. Está un poco arrugada (y por eso la conservo, porque fue una fotocopia fallida), pero aunque esa arruga afecta a algunas de las preciosas caras de aquellos niños que muchos reconocemos perfectamente, la foto proporciona a cambio un buen testimonio del aspecto vivo y destartalado de la calle Arriba antes de que se pavimentara hacia 1963 y pasara a llamarse “Calle Real”.

Vistas ya las plazas y los edificios más representativos de Anguciana, toca recorrer las calles en las que se asentaba el grueso de las casas y de la población, y de entre ellas, la primera y principal es la larga calle que empieza en el centro del pueblo y acaba…, allí arriba, en el camposanto. Y de ahí su viejo nombre.


Y de ahí también que ponga aquí una vieja foto hecha desde “arriba”, es decir, desde la ermita que hay junto al cementerio, en la que puede verse, si no el espacio de la calle, sí el caserío de la misma. Es una foto de foto que saqué hace mucho tiempo de una postal fotomontaje en la que el motivo principal era la Virgen del pueblo. A la izquierda y en primer término se ve la fábrica quemada, al fondo del caserío, el castillo; al fondo a la derecha, la torre antigua de la iglesia.; y más a la derecha, el tupido arbolado de las chopas de la carretera, en la que puede, verse que más acá de la casa nueva donde vivieron Maxi e Isaías Ibarnavarro, (y donde se instaló la primera sucursal de la Caja de Ahorros de Zaragoza Aragón y Rioja), no hay más casas.

Me encantaría recorrer casa a casa toda la calle, con fotos de cada una de ellas e indicaciones de sus moradores, pero me temo que sé muy poco del pueblo para hacer eso. De momento, termino esta presentación de la calle Arriba con la imagen de 1964 en la que se muestra su primera pavimentación en hormigón.



(18mr2008)

13. LA CALLE DE LA IGLESIA







Con ese nombre no podía ser mala calle. No es muy larga, pero sí bastante regular y tiene (o tenía) media docena de casas notables, todas ellas peculiares o muy distintas entre sí. Como es calle pequeña me voy a detener en ellas.

A mano derecha (fotos 1 y 2) vemos en primer lugar la casa de los Lahorra, con ese mirador hacia la carretera en su medianil y esa fachada tan ordenada de ladrillo que se ve al fondo en la fotografía 3; fue demolida hace muy pocos años y sustituida por una nueva. Junto a ella la casa de la Marita o de los Angulo, con mirador blanco y el curioso revestimiento total de cerámica verde. Y a continuación, la casa en la que recuerdo que vivieron “las maestras”, o sea, doña Feli y sus dos hermanas, Pura y Neme, toda de piedra y con tres balcones por piso a la calle.

En el comienzo del lado izquierdo está esa casa con el balcón en esquina y ventanas desordenadas donde vivía el secretario, y a continuación, la casa con fachada de piedra de sillería y balcón corrido de Emiliano y la Dolores que puede verse muy bien en la foto 1. En la esquina con la travesía a la plaza está aún la casa de Mariano Matesanz, de la que no tengo foto antigua y por eso pongo abajo una del 2006 (foto 4). A cambio, le vemos al propio Mariano Matesanz (“el torero”) con gabardina blanca en la procesión de San Isidro Labrador (foto 3). Y como tampoco tengo fotos viejas de las dos casas de piedra de sillería que están justo detrás de la cabecera de la iglesia, pues también pongo una foto nueva (foto 5). La casa grande era la de Ramón Mendoza.

El resto del caserío, de carácter más sencillo y popular ha ido sufriendo varias transformaciones, modernizaciones y sustituciones, y por eso no lo comento aquí; aunque eso no quita para que, en nuestros recuerdos y conversaciones siempre señalemos quién vivía en cada cual.

Y es que eso es (o era) lo más interesante del pueblo: que cada casa y cada tramo de calle era conocido por cada uno de sus moradores.




(19mr2008)

14. LAS CALLEJAS



Nunca he sabido porqué la tercera y última de las calles tradicionales del pueblo tenía su nombre en plural, pero así es como se la llamaba cuando yo era niño y así es como la traigo al blog. Luego se le llamó calle del Soto y ahora, creo que calle Blas Santa Cruz, -como si Anguciana fuera ya un lugar cualquiera de esos que los nombres se cambian cada poco. Lo que no ha cambiado es su estrechura inicial, de donde seguramente le viene el nombre de “calleja”, y eso que por ella se han ido metiendo con calzador, primero el enorme bloque que promovió Miguel Llorente, luego un edificio de pisos algo más proporcionado pero con muchas viviendas, y finalmente toda una calle para más casas nuevas y pisos, todos en su lado izquierdo según se entra desde la plaza.

Las casas del lado derecho siguen siendo las de antaño, empezando por la de Lola Mendoza, con ese mirador tan original que aparece como cruzado respecto a la calle y mirando hacia las zonas importantes del pueblo. (Como está igual que siempre, pongo una foto reciente de esta casa que lleva bastante tiempo deshabitada).


La casa de Gonzalo Samaniego fue la primera construcción nueva del lado izquierdo, y así aparece en la foto de 1964 que va arriba en primer lugar. Para mejor acceder a sus grandes garajes se apartó de la alineación y así empezó el desorden de todo este lado. Al fondo de esa foto puede verse el elemento más singular de la calle, el depósito de las aguas que la remata y que se construyó en 1953. Una orgullosa placa negra lo recuerda en lo alto.


De 1964 tengo también una foto en color en la que se pueden ver los chopos del camino y tres paseantes. Pero lo bonito de esta foto es que muestra que el “diálogo visual” que había entre el depósito de las aguas y la torre de la iglesia a ambos extremos de la calle:


De todos modos, subidos a lo alto del depósito aún se puede restablecer ese diálogo por encima del bloque de Llorente, e incluso ampliarlo a la torre del convento, como en esta bonita foto en la que también podemos ver, abajo, nuestras “Callejas”.



(21mr2008)

15. LA CARRETERA




Después de ver las tres plazas (Constitución, Iglesia y la de la Fuente) y las tres calles tradicionales de Anguciana (Arriba, de la Iglesia y Callejas) es momento de ver algunas fotos de la carretera.
La primera que he puesto arriba, de 1966, es una vista tomada desde el castillo hacia Haro y aunque en primer término vemos algunas casas del centro del pueblo y la frondosa arboleda de la plaza a la izquierda, me interesa dirigir la mirada hacia el fondo de la foto para ver la cortina de árboles que señala la línea de la carretera. También se puede ver en esa foto la caseta del caminero que estaba encima de la cuesta del Batán, y llegando al pueblo, otra gran mancha oscura de árboles a la derecha.
Las carreteras son ahora anchas cintas de asfalto entre biondas de protección y peligrosas cunetas cortadas a bisel, pero hace cuarenta años, las carreteras eran lugares, -lugares de paso, sí, pero lugares, es decir, espacios humanizados. Y las sombras de los árboles que las adornaban eran el elemento más evidente. Por eso pongo aquí otro par de fotos que tengo de la vieja carretera. En la primera, tomada en la cuesta del Batán a comienzos de los cincuenta, también podemos ver, tras las paseantes con niño y los árboles, la caseta del caminero.


En la siguiente, hecha en el verano de 1966 con la primera cámara que nos compramos a medias mi hermano Ricardo y yo, se me puede ver posando con la bicicleta poco antes de llegar a la única curva que hay en el tramo llano entre Haro y Anguciana.

El arbolado de la mayor parte de la carretera estaba formado por acacias y olmos, es decir, por árboles que aguantan la sequedad de la Loma, pero al llegar al pueblo (y a sus ricas aguas subterráneas) había unas chopas enormes que creaban todo un bellísimo túnel de entrada. En esta foto que se hizo mi hermano Alberto hacia 1970 con algunos amigos junto a la valla del chalet de San Ignacio, puede verse ese túnel vegetal del que hablo, y el grosor de las chopas que marcaban la división entre la calzada y la acera.


Pero seguramente el lugar más bonito de la carretera a su paso por el pueblo era el pequeño “salón urbano” que se creó adosando a las tapias de la huerta del convento y del jardín de nuestra casa, esos medios bancos semejantes a los de la plaza. Los árboles eran unos plátanos tan frondosos como los de la plaza y las aceras estaban a un nivel inferior a la carretera con lo que resultaban ser como más especiales. No tengo una foto lo suficientemente específica de este lugar pero podemos hacernos una idea con esta vista tomada desde lejos.


De aquel bonito “salón urbano con carretera” quedan aún los árboles (los troncos más bien) del lado del convento, las aceras (ahora por encima del nivel de la calzada) y unos bancos de madera que sustituyeron a otros prefabricados de hormigón que se pusieron en el lugar de los originales. Pero algo es algo. Por comparar (y por llorar un poco), también podemos fijarnos en el fondo de este lugar, que ya hemos visto cómo era en la primera foto del Castillo (10) y en la de Jaime Marín (11). La foto la hice el miércoles pasado (19mr08) y por suerte no se ven las nuevas almenas, también de hormigón y color cagalera que le han puesto al castillo en la recién concluida "restauración" (lo dejaremos para otro día, o mejor, para nunca jamás: que esto va de recrearse la vista con las fotos antiguas del pueblo).



(22mr2018)