92. CAMBIO DE AIRES

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Bueno, pues sí, este blog va a cambiar un poco de contenidos. Mi jefe en la candidatura al Ayuntamiento de Anguciana me ha dado permiso para que este blog sea también un vínculo de comunicación entre algunas de nuestras ilusiones y los lectores que por aquí vienen a ver cosas de nuestro pueblo, así que ya no sólo hablaré del pasado sino del futuro, o al menos de nuestras ilusiones de futuro. Y también de las historias del presente, cómo no, sobre las que ya sé que es dificilísimo escribir bien, porque mientras no pase mucho tiempo por ellas no son historias de verdad sino perspectivas parciales, versiones incompletas u opiniones personales.

Escribir sobre lo que pasa y sobre lo que queremos que pase sin caer en el lenguaje que actualmente se usa en la política y el periodismo es una de las tareas más difíciles a las que jamás me haya podido enfrentar. Mucho más difícil que gestionar bien las cosas del pueblo.  Mal o bien, el pueblo siempre vive y sale adelante, pero contarlo bien y hacer que esa forma de contar influya positivamente en la vida del pueblo, ese es otro cantar.

Yo voy a intentarlo, y que por miedo no sea. Tengo la ventaja de que los noventa artículos previos han ido forjando mi escritura en una dirección que según veo y me dicen, no tiene nada que ver con mis otros escritos sobre arquitectura o con lo que se estila por ahí en política y periodismo, y en esa línea trataré de seguir para hablar ahora de las cosas que están en las conversaciones de la calle, en las tertulias de los bares o en las mesas de reuniones.

Me dicen, por ejemplo, que la Consejería de Obras Públicas va a acometer en breve una serie de reformas en la carretera de Anguciana como es quitar los árboles del tramo entre la casa del médico y la era de Escolar, o que van a hacer una macro rotonda en el entronque del puente con Oreca cargándose el jardincillo que hay frente a la vieja caseta del caminero, y la verdad es que se me llevan los demonios. Pero lo último que quisiera al ponerme a escribir o hablar de estas cosas es que se me llevaran los demonios, porque para eso mejor me quedo leyendo en mi biblioteca y me olvido de Anguciana. No, no, la mejor manera de conjurar esos estropicios es decirlo públicamente cuanto antes para ver si entre todos lo conseguimos evitar.

También oigo decir a la gente que para que los coches no corran a su paso por Anguciana hay que llenar la carretera de bultos, y otra vez se me lleva el alma los diablos porque convertir las carreteras en bachepistas es todo lo contrario del progreso y la razón humana. Primero se gasta uno miles y miles de euros en hacer que las carreteras sean más anchas y tengan mejor superficie y luego nos dedicamos a ponerles baches para romper la columna vertebral a quien pase por ellas. ¿Pero en qué cabeza cabe eso? ¿Para eso tenemos la cabeza encima de los hombros? Hacer las cosas así, gastando dos veces a lo tonto y sin sentido, es todo lo contrario de lo que nos venía enseñando el pueblo, todo lo contrario de lo que íbamos aprendiendo del sentido común y del saber popular.

Hablaremos también largo y tendido del futuro de esa querida plaza del pueblo que parece haber sido arrasada por un tsunami de granito. Si los japoneses van a ser capaces de renacer de sus cenizas con miles y miles de muertos, nosotros lo tenemos mucho más fácil porque nada más ajeno a mi intención que hablar mal de los vecinos y amigos que han cometido el error de ser engañados o confundidos por los tiempos que corren. La realización de la plaza ha sido una catástrofe, pero con buena voluntad y cabeza se puede ir arreglando poco a poco. Jesus Mari Carpo me preguntó el año pasado si a ese espanto al que habíamos contribuido todos, bien por acción u omisión, se le podría dar media vuelta, y yo le dije que sí, y ahí creo que estuvo la clave de que no me pudiera oponer a su invitación a  ir con él en su candidatura.

¿Qué no decir del Soto, y de las mesas, y de las romerías que también se han recordado aquí, o de la Asociación de Vecinos ¡también llamada del Soto! que pusieron la semilla de la ilusión popular en las fiestas y en la exposición con la que arrancó este blog? De todo iré escribiendo, claro que sí, poco a poco y sin miedo a intentar decir la verdad de las cosas, porque la verdad no es algo que uno tenga de antemano, sino algo que se busca estudiando, pensando y escribiendo con el mejor ánimo de los posibles.

Ese ánimo que en todo momento me transmite Jesús Mari Carpo (o mejor dicho, Jesús Mari Pinedo, ¡no os vayáis a equivocar a la hora de votarle...!), nuestro jefe en la candidatura al Ayuntamiento de Anguciana.
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(18ab11)