Seguimos en la plaza, pero en esta ocasión con una fotografía muy especial, pues que yo recuerde, rara vez se juntaba el pueblo debajo del balcón del Ayuntamiento. En julio de 1964 y con motivo de las celebraciones que todos los pueblos tendrían que organizar por los Veinticinco Años de Paz, vino el Gobernador a inaugurar la pavimentación de varias calles y por lo visto debió asomarse al gran balcón municipal para echar algún discurso a los vecinos de Anguciana.
Veo a mucha gente conocida y a otros muchos que no recuerdo, y por mencionar a los más cercanos, como haré habitualmente, veo a mi hermana Mercedes con una cinta en el pelo junto a su amiga Conchita, la hija del médico, en el ángulo inferior derecho.
Y por mencionar otro detalle que me llama la atención, resulta curiosa o divertida la pose de los dos hijos del veterinario, Javi y José Luis, apoyados uno en el otro por la espalda.
Al fondo de la foto volvemos a ver el muy querido kiosko de la plaza, y a propósito del mismo quisiera comentar un detalle que podemos rastrear en varias fotos que he puesto en el blog. Mirad la foto del post n1, Presentación, o la foto del n2, La plaza, y fijaros en la barandilla rota de la escalera, justo a su derecha.
En algún sitio he leído que nuestra memoria se suele quedar agarrada más a los rotos o los descosidos de las cosas y de las historias que a los brillos de los hechos más limpios y claros. Pues bien, en la foto de hoy podemos ver de nuevo esa barandilla rota de la escalera del kiosko que recuerdo tan nítidamente como si la hubiera visto ayer. La barandilla rota de la escalera del kiosko tiene además en esta foto un protagonista de excepción: un niño está agarrado justo a su extremo haciendo equilibrios, mientras un joven sentado en el rodapié le mira con atención.
(11mr2008)
Veo a mucha gente conocida y a otros muchos que no recuerdo, y por mencionar a los más cercanos, como haré habitualmente, veo a mi hermana Mercedes con una cinta en el pelo junto a su amiga Conchita, la hija del médico, en el ángulo inferior derecho.
Y por mencionar otro detalle que me llama la atención, resulta curiosa o divertida la pose de los dos hijos del veterinario, Javi y José Luis, apoyados uno en el otro por la espalda.
Al fondo de la foto volvemos a ver el muy querido kiosko de la plaza, y a propósito del mismo quisiera comentar un detalle que podemos rastrear en varias fotos que he puesto en el blog. Mirad la foto del post n1, Presentación, o la foto del n2, La plaza, y fijaros en la barandilla rota de la escalera, justo a su derecha.
En algún sitio he leído que nuestra memoria se suele quedar agarrada más a los rotos o los descosidos de las cosas y de las historias que a los brillos de los hechos más limpios y claros. Pues bien, en la foto de hoy podemos ver de nuevo esa barandilla rota de la escalera del kiosko que recuerdo tan nítidamente como si la hubiera visto ayer. La barandilla rota de la escalera del kiosko tiene además en esta foto un protagonista de excepción: un niño está agarrado justo a su extremo haciendo equilibrios, mientras un joven sentado en el rodapié le mira con atención.
(11mr2008)